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Porsche… De un Garaje a la Gloria Le Mans

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Juan Carlos García ∙ 5 junio, 2017

Juan Carlos García
5 junio, 2017

Sería en el garage del remoto pueblo de Teloché, en Stuttgart, donde habría de germinar la leyenda de Porsche en Le Mans, a pocos kilómetros del circuito de la Sarthe, que fue el hogar del equipo de Porsche durante más de 30 años.

Era la noche previa a la edición número 19 de las 24 Horas de Le Mans, en ese rudimentario y pequeño taller cercano al imponente circuito, se atornillaban febrilmente las piezas de dos Porsches plateados que llevaban marcados los números 46 y 47. El ambiente estaba tenso. Los preparativos de la carrera no iban nada bien: de los cuatro 356 SL preparados en Zuffenhausen, tres no habían superado los recorridos de prueba. La noche antes de la salida, los mecánicos lo estaban probando todo con el número 47, pero sin resultado.

De modo que la decisión fue tomada al todo por el todo: Porsche correría con un solo vehículo. El mundo de la velocidad recibió con asombro la noticia de que la marca Porsche, existente desde 1948, iba a ser el único fabricante alemán presente en la carrera de resistencia con más tradición de Francia.

Desde un punto de vista no solo deportivo, sino también político, detrás de ello había un mensaje con resabios de resentimiento. Pocos años después del fin de la guerra, los fabricantes automotrices alemanes no eran aún bienvenidos en todas partes de Francia. En el Salón del Automóvil de París de 1950, el director de carreras de Le Mans, Charles Faroux, había hecho campaña en favor de la participación de la marca de Don Ferdinand.

Sin embargo, la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial seguía despertando muchos resquemores entre los ciudadanos galos. En última instancia, fue decisiva para dicha participación la iniciativa de Auguste Veuillet, futuro importador general de Porsche en Francia, quien no solo iba a participar en Le Mans como piloto, sino que junto con el director deportivo Paul von Guilleaume quería ocuparse in situ de la organización para Porsche.

Pero, ¿dónde alojar a los miembros del equipo? En Teloché. Auguste Veuillet encontró lo que buscaba. Georges ‘Jojo’ Després, propietario de un garaje, alquiló al equipo Porsche una parte de su taller. Para Després no fue una decisión fácil: algunos vecinos y clientes criticaron duramente que trajera alemanes al pueblo. En cambio, para el equipo de carreras de Zuffenhausen, Teloché era ideal por su ubicación. Los automóviles podían trasladarse hasta el circuito por sí mismos, con lo que se eliminaba la complicación de cargarlos en remolques o camiones.

Adicionalmente, por aquel entonces al final de la recta Hunaudières había una especie de puerta trasera de entrada al circuito que permitía evitar la vía de acceso principal, donde se formaban muchos atascos. La carrera fue disputada el 23 y 24 de junio de 1951. Auguste Veuillet y Edmond Mouche lograron con el 356 SL una victoria en la categoría de hasta 1,100 cc, además de un notable vigésimo lugar en la general. Gracias a este triunfo, Porsche despertó mucha simpatía y atención dentro y fuera de Francia. Y en Zuffenhausen se maduró la decisión de incorporar Le Mans al calendario de carreras de forma duradera.

En 1952 y 1953, tomaron la salida tres vehículos oficiales. A partir de 1954, el número ascendió a cuatro. Con dos mecánicos por vehículo, más la plantilla del director de carreras de Porsche, el equipo que año tras año se trasladaba a Teloché no paró de crecer.

Los habitantes del pueblo alquilaban a Porsche sus dormitorios, los cuartos de invitados y las habitaciones de los niños, y a lo largo de los años se forjaron muchas amistades. Nadie en el pueblo tomaba a mal que aquellos bólidos cruzaran ruidosamente el pueblo por la mañana o por la tarde durante sus pruebas de conducción, ni que regresaran de entrenar pasada la medianoche. Fue una época romántica que forjó héroes al volante y un público deseoso de vitorearlos.

Acelera

PR Newswire

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