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Galopando de Detroit a Chicago en el Nuevo Ford Mustang GT

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Dhymar Cohen ∙ 25 mayo, 2013

Dhymar Cohen
25 mayo, 2013

Un clásico adagio reza así: “Un viaje de mil millas comienza con un paso”. Confortablemente a bordo de un ícono del mundo, aseveramos que un viaje de cuatro horas ó 290 millas de Detroit a Chicago, no podía comenzar mejor que dando el primer paso: montarnos en un Mustang. Más que un súper deportivo, una verdadera leyenda, con casi medio siglo galopando por todo un planeta que lo amó desde el primer día.

“El Mustang está muy cerca del centro magnético del modelo original, cargado completamente de la gallardía que se espera de él, pero con un refinamiento moderno y una atención al detalle que nunca se ha visto en un vehículo de alta potencia”: dijo J. Mays, Vicepresidente de Diseño del Grupo Ford. Así mismo lo considera MAKINAS: explosivamente deportivo y excitantemente clásico.

Atravesamos tres Estados: Michigan, Indiana e Illinois, tomamos primero la Interestatal 94, para enrumbarnos hacia Indiana, donde nos montamos en la Interestatal 90 rumbo a Chicago. Sencillamente una delicia, ya que a altas velocidades, la suavidad de su marcha nos mostró su casta del Mustang, y el fuego del que está hecho. Para MAKINAS, se trata de un auto único y voluptuosamente sexy, una suma de pasiones que siempre ha sabido hechizar el espíritu de cada generación. Un deportivo atronador, electrizante y ‘very american pie’, que se da el lujo de no llevar el emblema del óvalo azul, quizás por entender la casa matriz, que la grandeza de su esencia exigía un espacio por derecho propio. No en vano más de 9 millones de unidades de Ford han sido despachadas desde el surgimiento.

Este corcel de acero nació ostentando un nombre y una imagen en la cima, dignas escoltas de un invencible, capaz de ofrecer una vigorosa gama de rugidos, según la versión del motor, dentro de la que se encuentra uno de los propulsores más poderosos sobre ruedas.

Hoy por hoy, el Mustang es el portaestandarte de la tradición y de la innovación de la deportividad a lo Ford, dos conceptos antagónicos unidos por el incansable ‘Caballo de Detroit’.

Largas millas fueron devoradas con la gallardía del Mustang, a bordo de un dócil volante repleto de tecnologías, lo cual nos lleva a recordar de dónde proviene este nombre curioso y evocador. Mustang es el modo americano de pronunciar el término español ‘Mustengo’, con el cual se designaba a los primeros caballos que trajeron los conquistadores, que al volverse cimarrones recorrían las interminables llanuras con ímpetu sin igual. Hoy, Mustang corre elevando su prestigio cada día, por la manera como esta mákina atraviesa grandes tramos a motor rugiente, recorriendo valles y llanuras, dejando detrás la estela de su perfil salvajemente deportivo.

Desde el instante en que se presentó su primera generación, el 17 de abril del 1964, ha tentado profundamente a los conductores de manera sostenida. Sólo aquel primer día, el Mustang generó una avalancha de pedidos que superó las 20,000 unidades. Un millón de Mustang fueron fabricados en los dos años siguientes, para convertirse instantáneamente en una de las grandes leyendas del “American Muscule Car”. Su lanzamiento hace medio siglo, les inyectó un nuevo espíritu a los caballos fabricados por Ford.

La Cara Externa de la Fiera

Mustang es, rabiosamente, él mismo. La dinámica de su logo es una muestra elocuente de ello desde su génesis, que alteró todo cuanto se entendía por el emblema para automóviles. Ahora el caballo es más definido y más muscular para referir la estilizada figura del Mustang, que presume de un aspecto mucho más vigoroso. Una bestia domada que salta a la talvia cargada de clase y tecnologías. Un genuino puro sangre americano.

El ampuloso capó está pensado para llevarse al mundo por delante. Dotado de gran espacio para luces y parrilla destila la misma sangre de sus ancestros. Digamos que el rostro ‘For Ever’ del Mustang sigue vigente, con importantes retoques sigloveintiuñeros. Goza de un frente más tridimensional y arqueado con la parrilla un poco más separada de las luces, donde nuevas barras dobles de LED acompañan a los focos principales. Todos los nuevos elementos en conjunto, son una delicia. El ensueño continúa al disfrutar la forma como se comportan las curvas de su cuerpo musculoso, y al mismo tiempo aumenta la funcionalidad mejorando la aerodinámica.

Por lo extrovertido de sus líneas, la silueta del Mustang es de las más deportivas que un clásico puede derrochar. La parte trasera conserva las galanas raíces Mustang, con sus dos tríos rectángulos de luces que son un banquete.

Un Habitáculo Poderoso

La alta tecnología del Mustang deslumbra de un vistazo. Con los botones de cinco direcciones en el volante se controlan seis opciones del apetente menú. El caballo galopa al centro del guía para recordarnos su espíritu y autoridad.

Se puede accesar a la información sobre la eficiencia de consumo y el desempeño mediante una pantalla LCD. Se navega a través de cinco botones de control localizados en el volante. Muestra los tiempos de aceleración en intervalos de un cuarto de milla, tiempos de frenado y mide también las fuerzas G. Pieles, metales y botones completan el paisaje del habitáculo de este súper deportivo tan abundantemente aclamado.

Se obtiene una visión clara detrás del vehículo cuando se retrocede lentamente con la cámara de marcha atrás disponible, que se activa cuando el Mustang está en reversa.

Las Garras del Motor

Sus rugientes prestaciones son lo que mejor distingue al Mustang, que en el caso de nuestra prueba, el GT Premium se recarga con 8 caballos más para ofrecer 420 hp y unos poderosos 529 Nm de torque en su motor V8 de 5.0 Litros. La nueva transmisión secuencial ‘SelectShif’ es otro detalle interesante en GT 2013, lo que pone en acción la adrenalina, a lo que se suma el poderoso rugido salvaje para disfrutarlo al máximo. Las autopistas recorridas sirvieron para comprobarlo, una suculenta experiencia que se prolongaba al paso de las horas.

Rumbo a los 50 Años de un Indómito Caballo

Mustang es uno de esos modelos con historias que se asocian con un tipo de personaje: rebelde, arriesgado y triunfador, que devora calles como el gran Steve McQueen en ‘Bullit’ (1968), donde el Mustang era una extensión de él. Esta gloria del cine es recordada por la escena central de persecución de automóviles a través del centro de la ciudad de San Francisco, una de las primeras y más influyentes escenas de persecución de vehículos en el cine, encabezada por un Mustang.

En la cinta 60 segundos de Nicolas Cage, del año 2000, aparecen 50 estrellas de cuatro ruedas, pero el protagonista principal es el Ford Shelby Mustang GT500 de 1967, que con el nombre de Eleanor arranca el alma por el glamoroso rol que juega en la película.

Para un caudal de expertos, el Mustang 1967 es considerado por muchos como el mejor diseño de Mustang de esa década, y tal vez de todas, aunque personalmente, por el modo en que nos llevó desde Detroit a Chicago, nos quedamos con esta pieza actual.

Igualmente, en el 1967, salió a la venta el Shelby GT500, impulsado por un gran motor V8 de 355 caballos de potencia, que renace ahora con toda la furia de que es capaz la marca del pony. Todo un legado que pertenece a una sola majestad, aclamada por las multitudes, fiera a cuatro gomas que MAKINAS define como uno de los más grandes trofeos que Ford regaló al mundo. Al conducirlo en las autopistas que lo hicieron famoso hace casi 50 años, nos devuelve a donde comenzamos: se trata de una gran leyenda americana.

Acelera

PR Newswire

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